No sé por dónde empezar

 Si ya te preocupa el cuidado de tu piel y no sabes por dónde empezar, créeme, es normal sentirte así. ¿Y sabes por qué? Porque a veces nos falta orientación.

En esta publicación, quiero ofrecerte una guía básica para ayudarte a cuidar tu piel. Pero primero, te explicaré en qué se basa el cuidado de la piel, qué productos o pasos puedes incluir en tu rutina casera y con qué frecuencia debes usarlos.

Esta información que voy a compartir contigo no debe sustituir una evaluación en persona con un dermatólogo. Mi objetivo es que aprendas sobre el cuidado en casa y, para cuando recibas una evaluación profesional, tengas una mejor comprensión de tu tipo y/o condición de piel.

El mayor error que podemos cometer al empezar a cuidar nuestra piel es dejarnos llevar por una campaña publicitaria, por una amiga que le recomendó un producto que le funcionó o por un precio que parecía atractivo…

Si deseas orientación sobre algo que desconoces o no estás familiarizado, lo mejor es acudir a un especialista… ¿o no?

Los principales factores a considerar antes de decidirse por un producto o rutina son:

  • Tu tipo de piel: si tienes piel normal, grasa, mixta o seca.
  • Qué condiciones afectan tu piel: si tienes acné, piel sensible, pigmentación, deshidratación, entre otras.
  • ¿Qué reacciones alérgicas has experimentado?
  • ¿Cuál es tu estilo de vida? ¿Estás expuesto principalmente al sol, a sustancias químicas o siempre estás en casa? ¿Cómo comes, etc.?

Primero, déjame explicarte los tipos de piel:

  • Piel grasa: Se caracteriza por una mayor producción de grasa o lípidos en comparación con otros tipos de piel. Su aspecto es brillante, su textura es algo gruesa, sus poros son ligeramente más visibles y es más propensa a desarrollar afecciones como el acné.
  • Piel seca: Al contrario de la piel grasa, este tipo de piel carece de aceites y lípidos, lo que le da un aspecto opaco y apagado, con poros menos visibles y una textura ligeramente áspera. Debido a su falta de aceites, a veces se descama y es más propensa a desarrollar sensibilidad e irritación.
  • Piel Mixta: Este término se refiere a la piel con zonas grasas, secas o normales. Puede ser una mezcla de dos o tres tipos de piel en diferentes zonas del rostro, con especial atención a la zona T, que va desde la frente hasta la nariz y llega hasta la barbilla.
  • Piel normal: Este es un tipo de piel muy poco común, casi perfecta. Se caracteriza por no tener exceso de grasa ni sequedad; está libre de imperfecciones, tiene una textura y un tono uniformes, y no presenta afecciones como acné ni imperfecciones.

Trabajamos con estos cuatro tipos básicos de piel y en función de sus características y condiciones cutáneas podemos determinar qué tratamientos o productos utilizar.

Ahora os voy a explicar qué son las afecciones de la piel:

Se trata simplemente del estado de un tipo de piel determinado. Estas afecciones pueden deberse a factores externos o internos. Las más comunes son el acné, la pigmentación, la piel sensible (que en algunos casos se considera un tipo de piel), la rosácea y la deshidratación (que no es lo mismo que la piel seca). La deshidratación puede presentarse en todo tipo de piel y se refiere a la falta de agua.

Tu rutina de cuidado de la piel debe adaptarse a las condiciones que deseas mejorar o eliminar; todo esto también tiene en cuenta tu tipo de piel (porque estas condiciones pueden afectar a cualquier tipo independientemente).

Reacciones alérgicas: Es muy importante tener en cuenta las reacciones alérgicas al elegir los productos y cómo usarlos. Una reacción alérgica puede alterar el estado de la piel y empeorar una afección preexistente.

Tu estilo de vidaTu estilo de vida se refiere a lo que haces, el clima donde vives, cómo expones tu piel a ciertos factores, con qué frecuencia te maquillas, cuánto te expones al sol… por nombrar algunos ejemplos… estos son factores que, como esteticista, me guían al recomendar una rutina o un producto. Estos factores también pueden ser clave para determinar el origen de una afección. Por ejemplo, una persona que se expone frecuentemente al sol es muy propensa a tener problemas de pigmentación y manchas oscuras.

Aunque parezca increíble, todo lo anterior afecta tu piel, directa o indirectamente, y por lo tanto, necesitas consultar con un profesional para que te evalúe y te dé las recomendaciones adecuadas. Sin embargo, en general, cualquier rutina de cuidado de la piel puede requerir los siguientes productos:

  • Desmaquillador: Si usas maquillaje, este producto debe preceder al paso de limpieza. Retirar el exceso de maquillaje garantiza un mejor acabado al aplicar después tu limpiador o jabón facial. Este paso también se conoce como "prelimpieza" o "doble limpieza", y existen diferentes tipos de productos desmaquillantes en el mercado, desde toallitas húmedas hasta agua micelar, entre otros. Uso recomendado: cada vez que te maquilles.
  • Limpiador facial o jabón según tu tipo de piel: Este es el paso principal para lavar o limpiar el rostro. En otra publicación, explicaré los diferentes limpiadores disponibles en el mercado y cuál es el mejor para cada tipo de piel. Este paso elimina la suciedad, el exceso de grasa y sudor, los restos de maquillaje, etc. Podemos realizarlo directamente cuando no llevamos maquillaje. Los limpiadores, según el tipo de piel, pueden ayudar a equilibrarla, hidratarla o contrarrestar ciertas afecciones. Debemos lavarnos el rostro una o dos veces al día, dependiendo de la grasa de la piel o de su estado. 
  • Virador: Después de lavarse la cara, se recomienda equilibrar el pH de la piel y eliminar cualquier residuo de limpiador restante.
  • Exfoliantes: Aunque no es necesario usarlo a diario, se recomienda hacerlo dos o tres veces al mes, según el tipo de piel. La exfoliación es excelente para suavizar, eliminar las capas de células muertas, prevenir la congestión de los poros y aportar luminosidad. Usar exfoliantes también ayuda a una mejor absorción de productos como los sérums. 
  • Sueros: Estos productos se recomiendan para aportar a la piel diferentes tipos de nutrientes o ingredientes y tratar afecciones específicas como signos de envejecimiento, pigmentación, acné, etc. Los sérums tienen una textura ligera y están diseñados con una composición molecular que les permite penetrar más profundamente que los productos en crema. Si bien algunos sérums se recomiendan para uso diurno y nocturno, la piel nocturna absorbe mejor los ingredientes, y otros no están indicados para uso diurno. 
  • Hidratante: Estos productos tienen una textura cremosa y se utilizan para proporcionar los humectantes necesarios para proteger el manto ácido, o capa protectora de la piel. También ayudan a sellar los sérums aplicados previamente, controlar el exceso de grasa, nutrir la piel seca y calmar la piel delicada o sensible (todo gracias a sus beneficios para el manto ácido).

    Los humectantes deben aplicarse todos los días después de lavar la cara y/o después de la aplicación de tónico y sueros.

  • Protector solar: El paso final de toda rutina y uno de los más importantes. Este producto es, obviamente, de uso diurno; ayuda a prevenir los daños causados por los rayos UV que dañan la piel y causan envejecimiento prematuro, manchas oscuras y, en el peor de los casos, cáncer de piel.

    Uso recomendado: diariamente reaplicando cada 2-3 horas, especialmente en actividades al aire libre.

Y recuerda que siempre es necesaria la recomendación de un profesional de la piel a la hora de elegir nuestros productos, y esto se realiza tras una evaluación o consulta de piel.

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